sábado, 26 de diciembre de 2015

Visión al futuro 2039

Presentación

Nunca imaginé que plasmar el futuro en un papel, aunque pensemos constantemente en él, pudiera  ser tan complicado, aun divertido, complicado. Como se ha tratado en muchas películas e historias de ciencia ficción, un solo cambio dentro de lo que es la vida de una  persona supone la puesta en marcha de una cadena determinada  de hechos, desenlaces y consecuencias (efecto mariposa). Las influencias sobre el futuro son infinitas, sus desenlaces aunque imaginables, son siempre inciertos.
Especular sobre la propia vida en principio puede parecer apasionante, pero si queremos tener un mínimo de veracidad, en primer lugar, nos vemos obligados a realizar una reflexión sobre nuestro presente más inmediato. Asimismo,  la imaginación juega un papel vinculante en este propósito la cual hay que estimular con ideas que parecen desorbitadas, aunque con cierta base, totalmente desorbitadas.  Pero como sabemos, de siempre, a los más grandes genios muy a menudo, se les ha tachado de locos.


16 de Marzo del 2039

Hoy es el día de mi sesenta y cinco cumpleaños. Aquí estoy, sentada en una vieja silla que encontré al regresar a mi antiguo piso de la ciudad. Hace muchos años que no entraba a una edificación así; alta, vertical, fría en las paredes y las formas. Hoy, el piso se encuentra vacío y desolado, aunque durante los últimos años,  ha sido utilizado como refugio para  familias de clase alta procedentes de la mítica “civilización lunar”, que bajo la expansión de una enfermedad  letal se vieron obligadas a huir de forma apresurada. Según hemos podido averiguar, la enfermedad surgió provocada por la reacción de una enzima relacionada con el sentimiento de codicia ante la energía desprendida por un tipo de mineral lunar que se usó precipitadamente y sin ser suficientemente analizado, en las construcciones lunares.  El contacto permanente con dicho mineral provoca en el ser humano, desorientación, desconfianza y actitudes llenas de avaricia que hacen estallar un todos contra todos insostenible, que aterroriza a las personas no portadoras de la enfermedad. El caos, el miedo y el desconocimiento de como actuar, tuvo como consecuencia que muchas de las personas allí instaladas, huyeran de prisa y corriendo de vuelta al planeta tierra. Por seguridad, según iban llegando se les daba refugio en los pisos vacíos existentes en las ciudades centrales, donde se sometían a una minuciosa observación y guardaban cuarentena hasta nuevo aviso.  Ante este fenómeno, el joven sistema social instaurado en suelo lunar ya en el 2032 resultó ser un fracaso absoluto. 
Haciendo memoria, si recuerdo bien, el proyecto de colonizar la luna de forma “permanente” ya se comenzaba a nombrar en mi época universitaria, en la primera década del siglo veintiuno. Se especulaba con que tan solo los más poderosos tendrían acceso en un principio a viajar de manera temporal hacia suelo lunar, pero según iba pasando el tiempo y avanzaban las investigaciones referentes a las características del satélite y las posibilidades de poder vivir en él, crecían los intereses por crear una nueva civilización basada en la utópica idea de tener en cuenta todos los errores cometidos por los seres humanos en nuestro planeta y evitarlos a toda costa. Como si se tratase de un “nuevo testamento”, se comenzó a teorizar, a especular sobre “la idílica y perfecta civilización lunar”. La idea invadió nuestro mundo con tal fuerza que todas las potencias unieron sus energías en conseguir el proyecto de vida, de “supervivencia”. Aunque los medios de comunicación nos lo vendían como algo esperanzador, ya en su momento, ante las enormes desigualdades que se habían creado en un mundo cada vez más polarizado y la poca probabilidad de cambio existente, parecía más una limpieza de moralidad de los dirigentes que un hecho conciliador entre naciones.
A partir del año 2015 los avances tecnológicos fueron espectaculares, se descubrieron nuevos materiales lunares resistentes a situaciones extremas, totalmente moldeables y que se adaptaban sin ningún elemento externo a las necesidades de temperatura humana.  Ello suponía, el descubrimiento de energía infinita, limpia y renovable que se podría utilizar tanto en las construcciones (casas energéticamente inteligentes) como para el uso de combustible en los modernos y rápidos medios de transporte. Un mineral que, con el contacto humano, al tocarlo, nos poseía de la energía que mentalmente necesitamos en cada momento; era algo increíble. El único inconveniente es que tan solo mantenía esas cualidades dentro de la atmósfera lunar, en la tierra se convertía en una piedra más sin ningún tipo de propiedad.
Estos nuevos acontecimientos, eran retransmitidos a través de los múltiples medios de comunicación, ya fuese a través del clásico vía satélite o por línea celeste, utilizando partes del cielo como enormes pantallas. Parecía que el ser humano era imparable, invencible, por lo menos esa era la sensación que se vivía en todos los lugares del mundo o era la imagen que invadió a la mayoría de la población terrestre. Hubo grandes celebraciones, fiestas populares que hacían olvidar las carencias, la codicia constante del ser humano y su dominante sistema económico. Hacía mucho tiempo que las naciones  no se reunían con un objetivo común, con buenas intenciones, dejando las desconfianzas a un lado.  La euforia duró cerca de cinco años. Lo que se pudo mantener entretenida a las gentes más necesitadas y a los científicos agnósticos. Pero según como se iba colonizando la luna vimos como las buenas intenciones del principio se iban olvidando ante el poder y las influencias de los más ricos, los mejor situados dentro del ránking mundial. El patrón elitista se repetía de nuevo. Sólo los más poderosos tenían acceso a ese mundo ideal construido para ellos, y sólo para ellos. Poco a poco los medios de comunicación dejaron de trasmitir noticias con la intención de hacer olvidar la nueva opción a todo un “mundo sobrante” que se había llenado de esperanza e ilusión.
Estamos en el 2026. En esos momentos yo me encontraba sumergida junto con otros investigadores, en un estudio social en relación a un grupo emergente que ofrecía una alternativa a los problemas de la vivienda, desigualdad y abandono a los que se enfrentaba nuestra civilización. Según avanzaba la investigación,  encontramos diversos núcleos establecidos por toda España en interacción con otras naciones. Aunque la esencia que los hacía actuar era bastante utópica e impregnada de nostalgia socialista, encontramos en estos grupos la esperanza que los seres humanos necesitábamos. La urgencia de cooperación, de crear comunidades autosuficientes que interactuaran en consonancia con el resto del mundo existente, la necesidad de contacto y apoyo tanto material como psicológico y emocional eran algunos de los valores que acompañaban la acción de estos grupos. Se podría decir en palabras de Durkheim, que en esos tiempos nos hallábamos en una especie de anomia mundial en la que nos sumergimos tras la huida de los poderosos y el cierre del sistema institucional formal. Todos los mecanismos de funcionamiento quedaron colapsados al desaparecer gran parte, por no decir todos, los dirigentes en compañía de las personas que ocupaban puestos claves en el mantenimiento del orden y la supervivencia de nuestra sociedad occidental.  Por suerte, nos quedó la herencia tecnológica producto de la lunización, como por ejemplo, velocísimos medios de transporte de bajo consumo energético que más tarde, nos facilitarían un cambio importantísimo para la consecución de un nuevo y estable orden mundial.  Asimismo, durante los años siguientes quedamos sobrecogidos por nuestra propia actuación ¿Cómo era posible que tras los duros acontecimientos vividos, los seres humanos resurgiésemos con tanta fuerza y con un espíritu tan constructivo? Personalmente pienso, que la propia decepción nos llevó a cambiar nuestro inconsciente más egoísta por otro colaborador y verdaderamente altruista, encaminando nuestro futuro hacia algo totalmente desconocido y apaciguante.
A partir de los años treinta la cosa se iba enderezando y el ser humano había crecido mucho en materia humanista suplantando la vena economicista. Esta última década, ha sido determinante para poder entender lo que hoy en día somos y hacia donde tendemos a dirigirnos. La propiedad privada existe aún pero se utiliza a modo de intercambios igualitarios. Si eres poseedor de una vivienda entra a formar parte de una red de intercambios a nivel mundial que con los avanzados y rápidos transportes, ha fomentado cierto regreso a nuestros orígenes nómadas. Por otro lado, se ha dejado de construir impulsando del mismo modo que ninguna vivienda quede vacía y al mismo tiempo, que todo el mundo pueda disponer de una, aprovechando los recursos existentes. Del mismo modo, la movilidad y el intercambio se basa en los conocimientos y las capacidades de las personas. Todo/as  tienen su valor, ya sea una vieja receta familiar, como el dominar la física cuántica. El deber del ser humano es buscarle su funcionalidad y hacer uso de ella. Todo esto es posible, gracias a los avances en nanotecnología. Cantidades enormes de datos se concentran en un espacio minúsculo, inapreciable, que en consonancia con los “Sky transmitter”[1], consiguen una constante y eficaz transmisión de información a través de proyecciones en el cielo. De esta manera, los ciudadano/as tienen acceso tanto a los conocimientos y capacidades disponibles como de donde encontrarlos, el uso que se les puede dar, el nivel de necesidad que suponen,  la manera de interaccionar con las personas disponibles, alternativas posibles, redes relacionadas a los diversos conocimientos y capacidades, grado de urgencia, etc.  Las leyes de la oferta y la demanda con base de intercambio monetario se podría decir que han quedado obsoletas. El interés del ser humano no es tanto la acumulación, sino el ser funcional y productivo a nivel social y humano, participar activamente en y para, la creación y mantenimiento de una sociedad sostenible. Al parecer, hemos conseguido interiorizar en nuestro subconsciente que la solidaridad es necesaria para nuestra supervivencia.
Desde el 2033, después de estar colaborando en diversas partes del mundo intercambiando mis mejores capacidades y conocimientos y aprendiendo muchos otros, me interesé por una tendencia en alza denominada “re-naturalisation”[2]. El renaturalisation es un movimiento que nos aproxima a la naturaleza, nos dirige para aprender de nuevo a vivir en consonancia con lo más salvaje y originario, respetándolo y haciendo uso consciente del mismo. Personas de todo el mundo se reúnen en zonas poco urbanizadas y conviven en infraestructuras sencillas y ecológicas (materiales totalmente orgánicos y reabsorvibles) con el mero propósito de hacer cura de la poca naturaleza superviviente al sistema de explotación anterior. Recientemente se ha comenzado a replantar mediante un sistema propulsor del crecimiento original llamado BIS ( Biogical intelligent seed)[3] diversas zonas del planeta, como por ejemplo,  el Amazonas, que en la actualidad tan solo se puede contemplar mediante antiguas fotos. La ilusión y el optimismo nos mueve por recuperar algo que durante muchos siglos parecía imposible que desapareciera. El ser humano desde la pérdida se mueve en la nostalgia de volver a oler a fresco.
Ante la facilidad de obtener recursos en cualquier zona del planeta con ayuda de las nuevas tecnologías (transportes y técnicas de cultivo) y  el cambio de conciencia del ser humano referente a necesidades, paralelamente se observa, que en los últimos años muchas de las ciudades que fueron centrales por su poder y fuerza en el pasado, han perdido protagonismo y muchos de sus barrios se encuentran deshabitados. La mayoría han sido habilitados como zonas de intercambios de conocimientos e investigación. Tan sólo las personas con ganas de instrucción o relacionadas con alguno de los laboratorios allí instalados, prefieren vivir temporalmente en un clima aislado, hermético como son las viejas edificaciones urbanas. 
Después de varios años viviendo rodeada de agua fresca y los primeros brotes de la restauración forestal en la que elegí participar, se me hace extraño encontrarme a solas con mi vieja y pasada historia. En esa época en la que mi vida estaba dominada por un individualismo muy marcado, nunca podría imaginar los enormes acontecimientos en los que, como el resto de la humanidad, he sido protagonista.





[1] Transmisor celeste adaptado a todos los idiomas , tendencia  y necesidades culturales por zonas.
[2] En francés Naturalizar.
[3]  Semilla con la capacidad de regenerar con rapidez antiguos cultivos asimilando restos biológicos anteriores.